El cuadro
A Silvina.
Me acordé del cuadro, y que si pinto, me pintan las palabras. Y vos lo querías con los dedos. Y en eso, ellos las machucan, y acá están (espero… te de igual). . También me dejaste escribir sobre vos, y lo hago con mis manos, aunque el contenido cueste. Y cuesta porque poco nos conocemos (y gustaría poner de “a poco”).
“El paisaje”: vos dijiste algo así, y solo pensé un horizonte. No hace falta mucho más. Eso te dará la inmensidad y lo pequeño. Empero cuando gustes lo guardarás en palabras para estar sola.
Y en el cuadro querías la luna. Creo ahora, que la evoco, vos harás lo demás. Porque este es un cuadro, un cuadro pintado, y que se pinta. Por eso es poco mío y de “a poco” tuyo. Con el tiempo ya veras, este será otro cuadro, y casi no estarán huellas de mis dedos.
Y no me arriesgo a pintarte, no con mi última impresión. Al momento que lo leas ya será otro, otro diferente al que leo yo, al que pinto yo. Pero un cuadro al fin con tu paisaje, porque no hay nada más tuyo que el que imagines. Y ojo con el azar que en lo implacable querrá un final.
Y no descubras, este cuadro como certezas, nada de eso hay acá, ni siquiera el tiempo, porque este es un cuadro para descubrir. No una vez. Descubrir día a día, y ni el tiempo (que lo marca todo), ni la certeza, sabe de eso. Y perdona mis colores, los he olvidado. Te daré un azul algo oscuro -ojala le sirva a tu luna-, te dejaré la luz aquí y no olvides usarla cuando la necesites, aunque no tengas mis dedos vos sabrás.
Y me pediste un cuadro, no se si lo he logrado, aquí tienes unas pocas cosas, unas pocas líneas, dale tiempo (del cual no lo doté) dale color (quita el azul si quieres) dale lo que quieras (yo acecho en el paisaje).

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